
El Parque Natural Fragas do Eume, en la provincia de Lugo, Galicia, es un lugar de una belleza natural extraordinaria, y su atractivo va mucho más allá de sus paisajes. Sus fragas, senderos y ríos han sido durante siglos escenario de relatos y leyendas, muchas de ellas con profundas raíces en la cultura celta que habitó la Península Ibérica. A pesar de la falta de documentación escrita exhaustiva de estas tradiciones orales, la geografía, la flora y fauna, y las creencias locales sugieren una fuerte conexión con el pasado celta, una conexión que buscamos explorar a través de este artículo. Queremos descubrir si las historias que se cuentan sobre el Eume son solo fruto de la imaginación popular o si, en efecto, guardan ecos de un pasado ritual y mágico.
La importancia de este parque natural reside también en su rol como un espacio de conservación de la biodiversidad, donde se conservan especies emblemáticas como el lince ibérico o el águila imperial. Sin embargo, es fundamental comprender que este entorno natural no solo es valioso por su riqueza ecológica, sino también por su potencial como depositario de un patrimonio cultural intangible, repleto de misterios y con la posibilidad de ofrecer una visión única de la vida de los primeros habitantes de esta tierra. Explorar estas leyendas es, por tanto, una forma de conectar con la historia y la identidad de Galicia.
El Bosque de las Fadas: Un Refugio Celto
Las leyendas más extendidas sobre el Eume hablan de un «Bosque de las Fadas» (o “Bosque de las Hadas” en gallego). Se creía que este lugar, ubicado en el interior de las fragas, era un refugio secreto para las sídas, las entidades femeninas protectoras de la naturaleza en la mitología celta. Se decía que las sídas eran capaces de transformarse en aves, animales y hasta en mujeres, y que habitaban en las zonas más remotas del bosque, cuidando de la flora y la fauna. Las personas que se adentraban en el bosque con malas intenciones sufrían su ira, a menudo bajo la forma de desorientación o, peor, de desapariciones.
La persistencia de esta creencia sugiere que el Eume, con su vegetación densa y su atmósfera mística, siempre ha estado asociado a la magia y al mundo sobrenatural. Se practicaban rituales en este bosque para honrar a las deidades celtas y asegurar la fertilidad de la tierra. El agua, elemento fundamental en la cultura celta, también jugaba un papel crucial; los ríos y cascadas se consideraban vías de comunicación con el otro mundo y lugares sagrados. La idea del bosque como un espacio de protección y transformación perdura hasta nuestros días en las historias transmitidas oralmente.
La Piedra del Lince: Símbolo de Poder y Vigilancia
Una figura central en las leyendas del Eume es el lince ibérico, animal espectral que, incluso hoy en día, es una especie amenazada. En la mitología celta, el lince se consideraba un animal sagrado, asociado al poder, la fuerza y la protección. Se creía que la Piedra del Lince, un monolito encontrado en el interior del parque, era un lugar de reunión para los druidas, los sacerdotes y líderes celtas. Se utilizaba como un lugar de adivinación y para comunicarse con los espíritus de la naturaleza.
La piedra, de origen prehistórico, está grabada con símbolos y representaciones que parecen indicar su conexión con el lince. Algunas interpretaciones sugieren que la piedra servía como un baliza para guiar a los viajeros a través del bosque, o como un instrumento para medir las estaciones y predecir el clima. Las leyendas locales transmiten que el lince, al que veneraban como una especie guardiana del bosque, se presentaba como un guardián de la piedra, protegiendo sus secretos y castigando a aquellos que intentaran profanarlos.
Los Ríos Sagrados y las Lámparas de Luz

Los ríos que atraviesan el Parque Natural Fragas do Eume son considerados sagrados por los habitantes locales. Se cree que estas aguas tienen propiedades curativas y purificadoras, y que fueron utilizadas por los celtas para rituales de limpieza y renovación. Se decía que las piedras del lecho de los ríos, especialmente las lisas y redondeadas, eran objetos de poder, capaces de amplificar la energía y facilitar la conexión con el mundo espiritual.
El uso de “lámparas de luz” es otra creencia particular. Se rumoreaba que, en ciertas noches de luna llena, los celtas utilizaban lámparas hechas con materiales naturales, como resina de pino y aceite de linaza, para iluminar los caminos y guiar a los espíritus. Se creía que estas lámparas eran capaces de repeler a los demonios y proteger a los viajeros de los peligros del bosque. La luz, en la mitología celta, representaba la sabiduría y la verdad.
El Juego de la Espada: Un Ritual de Selección
Una leyenda particular, menos conocida pero presente en algunas zonas del Eume, relata un “Juego de la Espada”. Se decía que, en tiempos antiguos, los jóvenes celtas debían demostrar su valentía y habilidad en el manejo de la espada para ser aceptados como guerreros o líderes. El juego se realizaba en un lugar sagrado, a menudo cerca de un río o cascada, y consistía en una serie de desafíos y pruebas. El ganador del juego era considerado digno de recibir el favor de las sídas y de convertirse en un protector del bosque.
El juego no se basaba únicamente en la fuerza física, sino también en la astucia y el conocimiento de las tradiciones celtas. Los participantes debían demostrar su respeto por la naturaleza, su capacidad para interpretar los signos del bosque y su habilidad para defender sus creencias. Aunque esta leyenda es considerada como un mito, la importancia del valor, la valentía y el respeto por la tradición en la cultura celta es innegable.
Conclusión
Las leyendas celtas que rodean al Parque Natural Fragas do Eume son un testimonio de la profunda conexión entre el antropónimo y el entorno natural. A través de estos relatos, podemos vislumbrar la cosmovisión de los primeros habitantes de Galicia, su respeto por la naturaleza y su creencia en un mundo mágico habitado por seres sobrenaturales. Estas historias, transmitidas oralmente de generación en generación, han contribuido a crear una atmósfera especial en el Eume, que invita a la reflexión y a la conexión con el pasado.
La preservación de este patrimonio cultural intangible es crucial para la identidad y el futuro del parque natural. Fomentar la investigación, la difusión y la valoración de estas leyendas no solo enriquece nuestra comprensión del Eume, sino que también contribuye a la conservación de un legado histórico y cultural único, que merece ser protegido y transmitido a las futuras generaciones. El Eume, más allá de su belleza natural, es un repositorio de historias que merecen ser escuchadas y contadas.