
A Coruña, una ciudad con un claro predominio atlántico, es ampliamente conocida por su emblemática Torre de Hércules, pero su historia se extiende mucho más allá de esta estructura. La ciudad, fundada como Cividade por los celtas, experimentó una transformación significativa con la llegada del Imperio Romano, dejando una huella palpable en su urbanismo y su patrimonio cultural. A pesar de no ser una de las ciudades gallegas con la presencia romana más extensa, A Coruña, o Faro, como era conocida entonces, fue un punto estratégico clave en la costa gallega.
Para entender la relevancia romana en A Coruña, es fundamental situarla dentro del contexto de la provincia de Hispania Citerior y posteriormente de la Gallaecia. La romanización de la región fue un proceso gradual y, a menudo, superficial, marcado por la dificultad de control de las tribus locales y la lejanía del centro del Imperio. Sin embargo, la costa gallega, rica en recursos marítimos, atrajo el interés romano y facilitó el establecimiento de varios asentamientos, entre ellos el que posteriormente daría origen a A Coruña.
El Castillo de San Antón: Un origen romano
El Castillo de San Antón, imponente sobre la península de A Coruña, se levanta sobre un antiguo poblado celta, pero también sobre vestigios de una fortificación romana. Originalmente, este punto estratégico servía como un campamento militar de pequeña escala, probablemente para controlar el acceso marítimo y vigilar la costa. Aunque los restos visibles hoy en día corresponden principalmente a construcciones medievales, las excavaciones arqueológicas han revelado la presencia de estructuras romanas.
La importancia del Castillo de San Antón radica en su función de control y defensa del puerto natural de A Coruña. La presencia de una fortaleza en este lugar permitía a los romanos asegurar las rutas marítimas y protegerse de posibles ataques de las tribus locales. La ubicación estratégica, privilegiada y elevada, facilitaba la observación del entorno y el control de los movimientos navales.
Los hallazgos arqueológicos en el Castillo de San Antón, como fragmentos de cerámica, ánforas y vestigios de murallas, confirman la ocupación romana de este enclave. Estos objetos, aunque fragmentarios, ofrecen valiosa información sobre la vida cotidiana de los soldados y la actividad comercial en la zona durante la época romana. La continuidad de la ocupación a lo largo de los siglos demuestra la perseverancia estratégica del lugar.
La Torre de Hércules: Un faro con raíces romanas
La Torre de Hércules, el monumento más emblemático de A Coruña, es en sí misma un testimonio de la ingeniería romana. Aunque la estructura actual es una reconstrucción de la época de Trajano, realizada a principios del siglo II d.C., sus cimientos y la base sobre la que se alza son de origen romano. El faro fue construido para guiar a las embarcaciones en la peligrosa costa gallega y facilitar el comercio marítimo.
La elección de este lugar para la construcción del faro no fue casual. La península de A Coruña se caracteriza por su alta exposición a los vientos y las tormentas, lo que hacía necesaria una señal luminosa para alertar a los navegantes. De ahí la importancia de la Torre de Hércules como una obra de ingeniería crucial para la seguridad de la navegación en la antigüedad.
La edificación original, de la que aún se conservan algunos vestigios en su base, era más sencilla que la estructura actual. Con el paso del tiempo, el faro fue objeto de diversas restauraciones y modificaciones, pero siempre manteniendo su función original de guía y baliza. La Torre de Hércules es un símbolo perdurable de la presencia y el legado cultural romano en A Coruña.
El urbanismo romano de A Coruña

A diferencia de otras ciudades gallegas con una planificación urbana romana más definida, A Coruña presenta un esquema más difuso. Sin embargo, existen indicios de una estructura urbana romana en el casco antiguo de la ciudad, caracterizada por una red de calles estrechas y sinuosas que se adaptaban a la topografía del terreno. La trazado inicial de la ciudad habría estado influenciado por la necesidad de protección y defensa.
Los hallazgos arqueológicos realizados en el centro histórico de A Coruña han revelado la presencia de estructuras romanas, como restos de calzadas, muros y cimientos de edificios. Estos vestigios, aunque escasos, sugieren que la ciudad contaba con una infraestructura básica romana, como sistemas de alcantarillado y abastecimiento de agua. La falta de grandes monumentos públicos apunta a un carácter más modesto del asentamiento romano.
La falta de una planificación urbana extensa y evidente en A Coruña se debe, en parte, a la naturaleza del asentamiento romano. Faro fue principalmente un puerto comercial y militar, sin la función de centro administrativo o político que tenían otras ciudades gallegas. La adaptación del entorno y la funcionalidad fueron más importantes que la creación de un plan urbano complejo.
El contexto arqueológico de la zona
Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en los alrededores de A Coruña han revelado la existencia de otros asentamientos romanos, como villas rústicas y necrópolis. Estos hallazgos demuestran que la zona en torno a la ciudad era una región activa durante la época romana, con una importante actividad agrícola y comercial. El interior de Galicia era proveedora de recursos que llegaban a través de los puertos costeros.
La presencia de villas rústicas en las proximidades de A Coruña indica que la ciudad era un centro de distribución de productos agrícolas y ganaderos. Estas explotaciones agrícolas, pertenecientes a familias romanas adineradas, producían alimentos y materias primas que se comercializaban en la ciudad y se exportaban a otras regiones. La producción era vital para sostener a la población y al ejército.
Las necrópolis romanas descubiertas en la zona ofrecen valiosa información sobre las costumbres funerarias y la sociedad romana en A Coruña. Los ajuares funerarios encontrados en estas tumbas, como joyas, cerámicas y objetos personales, revelan el nivel de vida y las creencias de los habitantes de la ciudad. El análisis de los restos óseos permite obtener información sobre la salud y la alimentación de la población romana.
Conclusión
A Coruña, si bien no es una ciudad con una grandiosa exhibición de ruinas romanas como Mérida o Lugo, posee un patrimonio oculto que merece ser explorado y valorado. Los vestigios encontrados, como el Castillo de San Antón y la base de la Torre de Hércules, son testigos silenciosos de la presencia romana en la región y revelan la importancia estratégica de la ciudad en la época antigua. La búsqueda y preservación de estos vestigios es crucial para comprender la historia de A Coruña.
El estudio de los vestigios romanos en A Coruña nos permite reconstruir un pasado fascinante y comprender la influencia del Imperio Romano en la cultura y la sociedad gallegas. Aunque la romanización en Galicia fue un proceso complejo y desigual, la ciudad de A Coruña, con su puerto estratégico y su legado arquitectónico, es un ejemplo de la integración romana en la costa atlántica. La investigación continua es esencial para desvelar nuevos secretos del pasado romano de la ciudad.