
Combarro, situado en la Costa Atlántica gallega, es un pueblo que evoca un pasado de esfuerzo y resiliencia. La belleza de su conjunto arquitectónico se encuentra en su preservación del estilo tradicional gallego, moldeado por las duras condiciones marinas y las necesidades de los pescadores. Este lugar se ha convertido en un destino turístico emblemático que cautiva a visitantes de todo el mundo por su encanto único y su capacidad de transportar al espectador a otra época. Su estética, tan particular y definida, no es casualidad, sino el resultado de una adaptación ingeniosa a su entorno.
El barrio marinero de Combarro, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, representa una invaluable muestra del patrimonio gallego. La supervivencia de este estilo arquitectónico, casi olvidado en otras zonas, es un testimonio de la dedicación de sus habitantes y de la importancia de mantener vivas las tradiciones locales. Explorar Combarro es adentrarse en la historia de una comunidad que ha vivido y trabajado en estrecha relación con el mar.
La Fachada de Pedra: El Corazón de Combarro
Las fachadas de piedra, con sus característicos “miradores” o “trameleiros”, son, sin duda, la marca distintiva de Combarro. Estas estructuras, que se extienden desde la fachada principal hacia el mar, no son simplemente elementos decorativos. Originalmente, servían para que los pescadores pudieran observar el mar y las embarcaciones, asegurando que no se perdían en la niebla o en la oscuridad. Estaban construidas con piedra local, aportando una solidez y una conexión tangible con el paisaje.
La construcción de estos miradores era un proceso laborioso y exigente, que requería un conocimiento profundo de la piedra y de las técnicas de construcción tradicionales. Cada piedra se colocaba cuidadosamente para asegurar la estabilidad y la durabilidad de la estructura, lo que explica la resistencia de estas fachadas a lo largo de los siglos. También se creía que su presencia contribuía a la protección de las casas, repeliendo las ráfagas de viento marinas.
Los «miradores» no solo cumplían una función práctica, sino también un significado simbólico. Representaban la conexión entre el hombre y el mar, y la esperanza de un buen botín para los pescadores. Su diseño, con sus luces y sombras, crea una atmósfera única que invita a la contemplación y a la reflexión sobre la vida en el mar.
Las Casas Froux: Un Refugio Contra el Mar
Las “casas froux” son una característica fundamental de la arquitectura de Combarro, diseñadas específicamente para resistir las crecidas del mar. Estos edificios, construidos a un nivel más bajo que el resto del pueblo, se caracterizan por sus muros bajos y redondeados, que reducen la fuerza del agua en caso de inundación. La palabra “froux” viene de “frouxeo”, el acto de empujar o rebotar, aludiendo a la forma en que el agua se imita en la arquitectura.
La clave de la resistencia de estas casas reside en su construcción sobre pilares de piedra que los elevan del suelo, creando un espacio bajo que actúa como un estanque. Este espacio actúa como una esponja, absorbiendo el agua en caso de inundación y evitando que dañe la estructura del edificio. La idea era simple pero efectiva, y la ha convertido en un símbolo de la adaptación humana a un entorno hostil.
Además de su función defensiva, las casas froux también ofrecían una sensación de seguridad y protección a sus habitantes. La sensación de estar «bajo tierra», aunque en realidad son edificios elevados, contribuía a crear un ambiente tranquilo y acogedor, lejos del bullicio y de las inclemencias del tiempo.
Techos de Tabla: Una Solución Inusual

Los techos de Combarro son quizás uno de sus elementos más sorprendentes. En lugar de tejas, los techos están cubiertos de tablas de madera, generalmente de castaño o de pino. Esta elección de material no es aleatoria; la madera era un recurso abundante en la zona, y su uso permitía a los habitantes de Combarro aprovechar al máximo los recursos locales.
Además de su funcionalidad, los techos de tabla también tenían una importancia estética. Su color rojizo, producto de la exposición al sol y a la sal marina, contrastaba hermosamente con el color blanco de las paredes de piedra, creando una imagen visualmente atractiva. Se cree que la madera también ayudaba a regular la temperatura interior de las casas, proporcionando un ambiente más fresco en verano y más cálido en invierno.
El mantenimiento de estos techos requiere una atención constante, ya que la madera está expuesta a las inclemencias del tiempo y a la salinidad del ambiente marino. Sin embargo, la comunidad de Combarro ha sabido preservar esta técnica constructiva tradicional, transmitiéndola de generación en generación.
La Importancia de la Comunidad: Una Herencia Viva
La preservación del estilo arquitectónico de Combarro no solo se debe a la habilidad de los artesanos locales, sino también a la fuerza de la comunidad. A lo largo de los siglos, las familias de Combarro han trabajado juntas para mantener vivas las tradiciones y para proteger el patrimonio de su pueblo. La memoria oral, las prácticas ancestrales y el orgullo por su herencia han sido fundamentales para garantizar la supervivencia de este estilo arquitectónico único.
El trabajo colectivo, la colaboración y el respeto por el pasado son valores que aún hoy se mantienen en Combarro. La comunidad se involucra activamente en la conservación del patrimonio, promoviendo el turismo sostenible y transmitiendo sus conocimientos a las nuevas generaciones. La belleza de Combarro reside no solo en su arquitectura, sino también en la vitalidad de su comunidad y en su compromiso con el futuro.
Conclusión
Combarro es mucho más que un simple pueblo; es un testimonio vivo de la resiliencia humana y de la capacidad de adaptación a un entorno desafiante. Su arquitectura tradicional, con sus fachadas de piedra, sus casas froux y sus techos de tabla, es un símbolo de la identidad gallega y un ejemplo de cómo la sabiduría popular puede dar lugar a soluciones ingeniosas y estéticamente bellas.
La designación como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO ha contribuido a dar visibilidad a este tesoro arquitectónico, atrayendo a visitantes de todo el mundo que desean admirar su belleza y aprender sobre su historia. Combarro es un lugar que invita a la reflexión, a la contemplación y a la conexión con el pasado, recordándonos la importancia de preservar nuestras tradiciones y de valorar el legado de nuestros antepasados.